Hola soy Francisco Fernández @franferparra, Director de Transformación Digital y esta es mi newsletter dedicada a entender la tecnología a través de la simplificación. Porque no es lo mismo Simple que Fácil!
Lo primero agradecerte que te hayas registrado a la newsletter y que dediques tu tiempo a leerla. Vamos con la primera “SIMPLIFICACIÓN”, y como no, tiene que ver con el COVID. Espero que te resulte interesante y te animo a quedarte hasta el final y ver el vídeo donde propongo una alternativa a los confinamientos masivos.
Convivir con el virus
A pesar del reciente anuncio de la ansiada vacuna de Pfizer y Moderna, las autoridades científicas están intentando contener el optimismo ya que todavía queda camino hasta que se consiga inmunizar a la población.
Convivir significa controlar la transmisión, vigilando muy de cerca la presión hospitalaria y al mismo tiempo manteniendo la actividad económica y social.
Lamentablemente estamos ante un problema casi irresoluble. Salvaguardar salud y economía al mismo tiempo parece imposible porque mantener la actividad económica implica movilidad e interacciones sociales, que tienen un impacto directo en la transmisión del virus. Pero por otro lado, asegurar la salud y parar los contagios sólo se consigue a través de medidas severas contra la movilidad o confinamiento estricto, lo que penaliza severamente la actividad económica.
Además este virus nos añade un problema adicional: tiene una alta tasa de positivos asintomáticos. Estos “contribuyen” a transmitir el virus sin que se detecte, por eso son tan importantes los cribados, los test masivos, el rastreo de contactos y guardar las cuarentenas.
Por lo tanto podríamos simplificar el problema diciendo que no tenemos capacidad de detectar a los positivos, rastrear sus contactos y aislarlos de manera efectiva para no mezclar personas sanas con personas infectadas.
La solución que hemos dado hasta ahora es limitar la movilidad o confinar a toda la población independientemente de su estado de salud por esta incapacidad. Es como si para evitar los accidentes de tráfico causados por conductores borrachos, prohibiésemos la circulación de viernes a domingo.
Muchos países, entre ellos España, han lanzado Apps de rastreo con diferentes grados de aceptación y resultados. Entendamos cómo lo han hecho.
Apps de rastreo: Radar COVID, ¿éxito o fracaso?
Empecemos por España. Para intentar frenar las cadenas de transmisión se pensó en utilizar una App móvil (Radar Covid) como elemento de rastreo. Sobre el papel tenía todo el sentido: cada dispositivo guardaría los IDs de los dispositivos de los contactos estrechos (permanecer a menos de 2 metros, durante más de 15 minutos en los últimos 15 días). En caso de positivo se enviarían notificaciones de aviso de contacto directo con un positivo a las apps de los contactos estrechos.
A priori la solución parece efectiva para cortar la cadena de transmisión, pero solo si se cumplen una serie de premisas:
Número de descargas: La penetración de la app tiene que ser muy alta para que realmente funcione como herramienta eficiente de rastreo.
Anónima: Debe garantizar el anonimato del usuario por eso lo que se intercambian son identificadores entre dispositivos y nunca datos personales.
Voluntaria: Tanto la descarga como la activación del Bluetooth o la notificación del positivo son voluntarias por parte del usuario. Si éste no notifica su positivo la App no funciona como rastreador.
Integrada: Tiene que estar integrada con los servicios de salud de las CCAA encargados de realizar las pruebas diagnósticas.
Publicitada: Dada la necesidad de penetración es imprescindible una buena estrategia de comunicación.
Entonces, ¿está funcionando?
Pues lamentablemente gran parte de estas premisas no se cumplen. En España solo se han descargado la app 5M de personas, lo que representa un 10% de la población, muy lejos del 60% estimado como necesario por la Secretaría de Digitalización.
Según @RadarCOVIDSTATS, el número de casos positivos reportados por la app sobre el total de positivos confirmados es de menos del 1%.
Aunque actualmente la app ya está integrada con las CCAA, su despliegue ha sido muy lento. Madrid por ejemplo se integró en Septiembre, llegando tarde para contener la segunda ola.
Por si esto no fuera poco, los laboratorios privados no están integrados, quedando fuera de la app los positivos detectados en los test realizados en empresas o por particulares.
Por último, y no menos importante, la estrategia de comunicación deja bastante que desear. La gente desconfía de la app, desconoce su funcionamiento y lo que es peor, hasta su existencia.
Podemos concluir que la App técnicamente funciona, cumple con todas las normas de seguridad, anonimato y calidad pero no está cumpliendo con su objetivo. ¿De quién es la responsabilidad? Pues como se suele decir entre todos la mataron y ella sola se murió.
¿Qué han hecho otros países con sus Apps de rastreo?
En Europa la situación no es mucho mejor que en España. A primeros de Octubre de 2020, Irlanda y Alemania presentaban las mayores tasas de descarga aunque muy lejos del 60% considerado como mínimo para que que sea efectivo el rastreo.
Además, el número de casos positivos reportados por las Apps sobre el total de positivos confirmados (usage ratio) es muy bajo.
Las cifras de muertos por cada 100k habitantes en Europa España (89), Alemania (16), Francia (69), Italia (78) o Bélgica (131) parece que demuestran que algo no estamos haciendo bien si las comparamos con los países asiáticos:
China (0,34 muertos por 100k habitantes). Pionera en desarrollar y utilizar la App de rastreo. Registra todos los movimientos GPS de los dispositivos y es obligatoria. Un algoritmo analiza los movimientos de la población e identifica posibles zonas de riesgo y usuarios que han estado en esas zonas y les asigna un código de color (rojo, amarillo y verde). Si el código es verde hay libertad de movimientos, en cualquiera de los otros dos se impone cuarentena. La app vigila si se está cumpliendo correctamente el aislamiento. Sin embargo, según estudios del código fuente, parece que el gobierno chino está utilizando los datos que genera la App para enviarlos a la policía y controlar a la población.
Hong Kong: Su App está enfocada en asegurar el cumplimiento de las cuarentenas. Para ello, hace uso de tecnología “geo-fence” que permite saber si el teléfono se encuentra dentro de un área que ha sido delimitada previamente. A diferencia de China, no guarda datos del GPS. Para el control de entrada de viajeros del extranjero, utilizan unas pulseras que se emparejan con el teléfono y controlan que los movimientos se realicen dentro del perímetro estipulado durante los 15 días de obligada cuarentena.
Singapur (0,5 muertos por 100k habitantes). Fue la primera App que utilizó la tecnología Bluetooth para identificar contactos estrechos. A través de la potencia de la señal se pueden registrar dispositivos que han estado durante más de 15 minutos a menos de 2 metros de distancia. Mientras que la solución china se basa en registrar todos los movimientos de los dispositivos, la tecnología basada en Bluetooth solo guarda las interacciones entre teléfonos.
Corea del Sur (0,9 muertes por 100k habitantes). No es obligatoria y utiliza tecnología de rastreo por GPS, pero sigue teniendo rastreadores humanos para aquellos que no dispongan de la app o no quieran activarla. Lo interesante en Corea es que lanzó un proyecto para construir la “base de datos de su Ciudad Inteligente (“Smart City Database”) donde incorporaba información de pagos con tarjeta, cámaras de seguridad, tiempos en localizaciones específicas, etc. Cuando se detecta un positivo se envía un mensaje a todas las personas en contacto para notificar del riesgo. De esta manera pretenden acortar el tiempo de identificación de positivos de 1 día a 10 minutos.
La aplicación de la tecnología no es la única medida que hace que baje el contagio y por lo tanto los muertos. Pero lo que sí parece un denominador común es que los países asiáticos han aprendido de epidemias anteriores (SARS y MERS), y que aplicar tecnología al proceso de “IDENTIFICAR - RASTREAR - AISLAR” es clave para convivir con el virus.
¿Otro escenario tecnológico en Europa sería posible?
Vamos a imaginar que nos dejan diseñar al App Radar Covid otra vez y que conocemos las experiencias de países asiáticos.
Tenemos claro que nuestra estrategia en la lucha contra el Covid es, “IDENTIFICAR - RASTREAR - AISLAR”, además de medidas de prevención (mascarillas, gel y distanciamiento social). También tenemos claro que la irresponsabilidad individual de unos pocos está provocando confinamientos severos, limitando la libertad colectiva.
Para no depender de la resposabilidad individual podríamos plantear que la descarga de la App y la notificación de positivos fuesen obligatorias; por supuesto, con todas las garantías de anonimato y privacidad (tal y como está diseñada hoy en día). La App se convertiría en un “documento electrónico” que nos permitiese circular, acceder a establecimientos públicos y movernos entre CCAA. En este video paso a mostraros cómo funcionaríamos con la App.
En resumen:
La App nos serviría para identificar nuestro estado en relación al Covid en todo momento.
La App se convertiría en un “documento público” semejante a la tarjeta de la Seguridad Social.
La descarga y notificación de positivos sería obligatoria desde los centros de salud públicos y privados.
Habría un estado de riesgo por contacto con positivo que obligaría a la realización de un test en las siguientes 48h a la notificación.
El aislamiento efectivo se garantizaría a través de “Arcas de Noe”: redes de hoteles a los que el gobierno pagaría por usar sus habitaciones para alojar a positivos asintomáticos.
Para acceder a los establecimientos públicos sería necesario mostrar el estado Negativo de la App.
Cuando llegase la vacuna se podría incluso identificar a los vacunados.
La pregunta del millón, ¿estaríamos dispuestos a ceder algo de privacidad a cambio del mantener la salud y economía común?
La pregunta tiene miga. Recordemos que estamos en una situación excepcional, en un estado de alarma y que tiene una duración concreta a partir de la cual la App se borraría automáticamente y los datos que se hayan generado tendrían un uso muy limitado y controlado.
Ahora es donde nos toca decidir si estaríamos dispuestos a ceder esa parte de nuestra libertad individual a cambio de que toda la sociedad se beneficiase, tanto desde un punto de salud pública (reducción de la transmisión), como desde el punto de vista económico (los confinamientos, toques de queda y resto de medidas de limitación de movilidad se reducirían a casos extremos).
Como hemos visto parece una decisión con un componente cultural muy fuerte y no tanto según el signo político del gobierno (China vs Corea del Sur). Para añadir más complejidad a la decisión, actualmente el Gobierno de España está barajando la posibilidad de que la vacuna sea obligatoria y diseñando el orden de prioridad por grupo poblacional.
Se plantean una serie de preguntas:
¿Estarías de acuerdo en que la App fuese obligatoria?
¿Estarías de acuerdo a que tu positivo fuese informado en el sistema automáticamente y notificado a los contactos estrechos afectados (diastancia menor a 2 mestros durante más de 15 minutos)?
¿Estarías de acuerdo con realizar la cuarentena en un arca de Noe (hotel cercano a tu casa)?
¿Te pondrías tú o tu familia la primera vacuna en 2021 de forma obligatoria?
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Hay un error de concepto importe.
El R0 del SARS-CoV-2, es de 3 (aprox) pero tiene una alta dispersión. Se contagia mucho en interiores. Por eso es más importante rastrear hacia atrás (buscando el lugar del contagio del caso referencia a distancias superiores a 2 m) que hacia adelante (a quién ha contagiado el caso de referencia), tal como hace Radar Covid, porque el 70% no contagia a nadie.
El modelo que mejor funciona es Taiwán, sólo 7 muertos en 24 millones de habitantes (0.03 por 100K habitantes)